Convulsiones y la epilepsia en niños
¿Qué es la epilepsia?
La epilepsia es un trastorno neurológico que afecta al cerebro y hace que las personas sean más susceptibles a tener convulsiones recurrentes. Es uno de los trastornos más comunes del sistema nervioso y afecta a personas de todas las edades, razas y origen étnico. Según la Fundación Americana de Epilepsia (Epilepsy Foundation of America), aproximadamente 3 millones de estadounidenses conviven con la epilepsia.
Todo lo que interrumpa las conexiones normales entre las células nerviosas del cerebro puede provocar una convulsión; esto incluye fiebre alta, bajo nivel de azúcar en sangre, abstinencia de alcohol o drogas, o una conmoción cerebral. En estas circunstancias, cualquier persona puede tener una o más convulsiones. Sin embargo, cuando una persona sufre dos o más convulsiones recurrentes, se considera que tiene epilepsia. Existen muchas causas posibles de epilepsia, que incluyen un desequilibro de sustancias químicas que envían señales nerviosas llamadas neurotransmisores, tumores, accidentes cerebrovasculares (ataques cerebrales), malformaciones en el cerebro, trastornos genéticos, hipertensión, infecciones cerebrales y daños cerebrales como consecuencia de enfermedades o lesiones, o alguna combinación entre estas. En la mayoría de los casos, la epilepsia puede tener causas no detectables.
¿Qué es una convulsión?
El cerebro es el centro que controla y regula todas las respuestas voluntarias e involuntarias del cuerpo. Se trata de células nerviosas que normalmente se comunican entre sí mediante la actividad eléctrica.
Una convulsión se produce cuando una parte o partes del cerebro reciben un estallido de señales eléctricas anormales que interrumpe temporalmente la función eléctrica normal del cerebro.
¿Cuáles son los distintos tipos de convulsiones?
El tipo de convulsión depende de la parte y de la cantidad de cerebro afectado y de lo que sucede durante la convulsión. Las dos grandes categorías de convulsiones epilépticas son las convulsiones generalizadas (de ausencia, atónicas, tónico-clónicas, mioclónicas) y convulsiones parciales (simples y complejas). Dentro de estas categorías, existen varios tipos diferentes de convulsiones en los niños, entre las que se incluyen:
Convulsiones focales. Las convulsiones focales se presentan cuando se produce una función eléctrica cerebral anormal en una o más zonas de una parte del cerebro. Las convulsiones focales también se pueden denominar convulsiones parciales. Con las convulsiones focales, en especial las convulsiones focales complejas, el niño puede experimentar un aura antes de que se produzca la convulsión. El aura más común implica sentimientos tales como un deja vu, una fatalidad inminente, miedo, o euforia. Un aura también puede consistir en cambios visuales, anomalías auditivas o cambios en el sentido del olfato. Existen dos tipos de convulsiones parciales, que son los siguientes:
Convulsiones focales simples. El niño puede presentar diferentes síntomas según la zona del cerebro afectada. Si el funcionamiento eléctrico cerebral anormal se produce en el lóbulo occipital (parte posterior del cerebro, que involucra a la visión) el niño puede sufrir alteraciones en la vista. Sin embargo, es más común que el trastorno afecte los músculos del niño. La actividad de las convulsiones se limita a un conjunto muscular aislado, como por ejemplo, los dedos, o a músculos más grandes en los brazos y las piernas. En este tipo de convulsión localizada en un solo lado del cerebro, el niño no pierde el conocimiento. Es posible que experimente sudor, náuseas o palidez.
Convulsiones focales complejas. Este tipo de convulsiones generalmente se produce en el lóbulo temporal del cerebro, la zona que controla la función de las emociones y la memoria. Las convulsiones suele durar entre uno y dos minutos. Generalmente, durante estas convulsiones, el niño pierde el conocimiento. Perder el conocimiento no significa que el niño se desmaya; algunas veces, el niño puede dejar de percibir lo que sucede a su alrededor. El niño puede aparentar estar despierto, pero al mismo tiempo presentar diversas conductas. Las conductas pueden ser las siguientes: ahogarse, relamerse los labios, correr, gritar, llorar y/o reírse. También puede haber alteraciones de la conciencia si la convulsión se extiende desde un lado del cerebro para comprometer los dos lados. Cuando el niño vuelve en sí después de la convulsión, es posible que se queje porque se siente cansado o con sueño. Esto se denomina período postictal.
Convulsiones generalizadas. Las convulsiones generalizadas afectan a ambos lados del cerebro simultáneamente. Después de la convulsión, se produce la pérdida de conocimiento y un estado postictal, aunque algunas convulsiones generalizadas tienen períodos de estado postictal muy breves. Entre los tipos de convulsiones generalizadas se incluyen los siguientes:
Convulsiones de ausencia (también llamadas pequeño mal o petit mal). Estas convulsiones se caracterizan por un breve estado de consciencia alterada y episodios de mirada fija. Por lo general, el niño mantiene la postura durante la convulsión. Puede mover la boca o la cara, o pestañar. Las convulsiones no suele durar más de 30 segundos. Cuando terminan, es posible que el niño no recuerde lo que acaba de ocurrir y continúe con sus actividades, actuando como si no hubiera sucedido nada. Estas convulsiones pueden producirse de unas pocas a docenas de veces al día. A veces se las confunde con un problema de aprendizaje o de conducta. Las convulsiones de ausencia casi siempre comienzan entre los 4 y los 12 años de edad.
Atónicas (también llamadas ataques de caída). En las convulsiones atónicas, se produce una pérdida repentina del tono muscular, por lo que el niño puede caerse si está de pie o dejar caer la cabeza de repente. Durante la convulsión, el niño está sin fuerzas y no responde.
Convulsiones generalizadas tónico-clónicas (también llamadas gran mal o grand mal). La forma clásica de este tipo de convulsión, que puede no presentarse en todos los casos, se caracteriza por cinco fases diferentes. El cuerpo, los brazos y las piernas se flexionan (se contraen), se extienden (se estiran) y tiemblan (se sacuden), seguidas por un período clónico (contracción y relajación de los músculos) y del período postictal. No todas estas fases se presentan en cada uno de estos tipos de convulsiones. Durante el período postictal, el niño puede tener sueño, problemas de la vista o del habla, un fuerte dolor de cabeza, fatiga o dolores en el cuerpo.
Convulsiones mioclónicas. Este tipo de convulsiones consiste en movimientos rápidos o una sacudida brusca de un conjunto de músculos. Estas convulsiones tienden a producirse en agrupaciones, es decir, que pueden ocurrir varias veces al día o durante varios días seguidos.
Espasmos del lactante. Es un tipo de trastorno convulsivo poco común que afecta a lactantes generalmente antes de los 6 meses de vida. Se produce con mayor frecuencia cuando el niño se despierta o cuando intenta dormirse. Los lactantes suelen experimentar breves períodos de movimientos del cuello, el tronco o las piernas que duran unos pocos segundos. Es posible que experimenten cientos de estas convulsiones al día. La mayoría de los espasmos del lactante tienen causas serias. Aunque el niño reciba un tratamiento adecuado, pueden presentarse complicaciones a largo plazo.
Convulsiones febriles. Este tipo de convulsiones está asociado con la fiebre. Estas convulsiones son más frecuentes en los niños de entre 6 meses y 5 años de edad, y es posible que existan antecedentes familiares de este tipo de convulsiones. Las convulsiones febriles que duran menos de 15 minutos se llaman simples y, generalmente, no tienen efectos neurológicos a largo plazo. Las convulsiones que duran más de 15 minutos se llaman complejas y pueden producir alteraciones neurológicas a largo plazo en el niño. Muchos niños que presentan convulsiones febriles tienen afecciones genéticas.
¿Cuáles son las causas de una convulsión?
Un niño puede experimentar uno o muchos tipos diferentes de convulsiones. Aunque se desconoce la causa exacta de las convulsiones, las más comunes se producen debido a los siguientes factores:
En los recién nacidos y lactantes:
Trastornos perinatales (inmediatamente antes o después del nacimiento)
Problemas congénitos (presentes al nacer)
Prematurez (bebé nacido antes de tiempo)
Fiebre/Infección
Desequilibrios químicos o metabólicos del cuerpo
Factores genéticos
En niños, adolescentes y adultos jóvenes:
Alcohol y drogas
Traumatismo en la cabeza o lesión cerebral
Infecciones
Trastornos congénitos
Factores genéticos
Razones desconocidas
Otras causas posibles de las convulsiones pueden ser:
Tumor cerebral
Problemas neurológicos
Abstinencia de drogas
Medicamentos
Uso de drogas ilegales
¿Cuáles son los síntomas de una convulsión?
El niño puede tener grados variables de síntomas según el tipo de convulsión. A continuación se enumeran algunos síntomas generales o señales de advertencia que podrían indicar que su hijo está sufriendo convulsiones. Los síntomas o señales pueden incluir:
Mirada fija
Sacudidas de los brazos y las piernas
Rigidez corporal
Pérdida del conocimiento
Problemas para respirar o episodios en los que deja de respirar
Pérdida del control de la vejiga o el intestino
Caídas repentinas sin motivo aparente, especialmente cuando están asociadas con la pérdida del conocimiento
Breves períodos de falta de respuesta al ruido o a las palabras
Confusión o aturdimiento
Movimiento rítmico de la cabeza como asintiendo, cuando está asociado con la pérdida de percepción o del conocimiento.
Períodos de mirada fija y parpadeos rápidos
Durante la convulsión, el niño puede presentar una coloración azulada en los labios y no respirar normalmente. Los movimientos suelen ir seguidos de un período de sueño o desorientación.
Los síntomas de una convulsión pueden parecerse a los de otros problemas o trastornos de salud. Consulte siempre al médico de su hijo para obtener un diagnóstico.
¿Cómo se diagnostican las convulsiones?
Es posible que no se comprenda en su totalidad la magnitud de la convulsión inmediatamente después de la aparición de los síntomas, pero puede manifestarse al realizar una evaluación médica completa y pruebas de diagnóstico. Una convulsión se diagnostica mediante exámenes físicos y pruebas de diagnóstico. Durante los exámenes, el médico obtiene una historia clínica completa del niño y de su familia, y pregunta cuándo se produjeron las convulsiones. Es posible que las convulsiones se deban a problemas neurológicos y requieran seguimiento médico adicional.
Las pruebas de diagnóstico pueden incluir:
Análisis de sangre.
Electroencefalograma (EEG). Procedimiento que registra la actividad eléctrica continua del cerebro mediante electrodos conectados al cuero cabelludo.
Resonancia magnética (MRI, por sus siglas en inglés). Procedimiento de diagnóstico que utiliza una combinación de imanes grandes, radiofrecuencias y una computadora para producir imágenes detalladas de los órganos y las estructuras internas del cuerpo.
Tomografía computarizada (también llamada escáner CT o CAT, por sus siglas en inglés). Procedimiento de diagnóstico por imágenes que utiliza una combinación de radiografías y tecnología informática para obtener imágenes horizontales o axiales (a menudo llamadas "cortes") del cuerpo. Una tomografía computarizada muestra imágenes detalladas de cualquier parte del cuerpo, incluso los huesos, los músculos, la grasa y los órganos. Las tomografías computarizadas muestran más detalles que las radiografías generales.
Punción lumbar (punción espinal). Se coloca una aguja especial en la parte baja de la espalda, dentro de la duramadre, por debajo del nivel donde termina la columna vertebral. Se puede medir la presión que existe en el canal espinal y en el cerebro. Se puede extraer una pequeña cantidad de líquido cefalorraquídeo (LCR) y enviarla como prueba para determinar la existencia de una infección u otros problemas. El líquido céfalorraquídeo baña el cerebro y la médula espinal de su hijo.
Tratamiento de una convulsión
El médico de su hijo determinará el tratamiento específico para una convulsión basándose en lo siguiente:
La edad de su hijo, su estado general de salud, y su historia clínica
Gravedad del trastorno
Tipo de convulsión
La tolerancia de su hijo a determinados medicamentos, procedimientos o terapias específicas
Las expectativas respecto de la evolución del trastorno
Su opinión o preferencia
El objetivo del tratamiento para las convulsiones consiste en controlar, detener o disminuir la frecuencia de las convulsiones sin interferir en el crecimiento y desarrollo normal del niño. Entre los objetivos principales del control de las convulsiones se incluyen los siguientes:
Identificar correctamente el tipo de convulsión
Utilizar medicamentos específicos para el tipo de convulsión
Utilizar la menor cantidad posible de medicamentos para lograr un control adecuado
Mantener niveles correctos de medicamentos
El tratamiento puede incluir:
Medicamentos. Existen muchos tipos de medicamentos que se utilizan para tratar las convulsiones y la epilepsia. Los medicamentos se eligen según el tipo de convulsiones, la edad del niño, los efectos secundarios, el costo del medicamento y la aceptación por parte del niño.
Generalmente, los medicamentos que se utilizan en el hogar se administran por vía oral (por ejemplo, cápsulas, pastillas, gránulos o jarabes), pero en algunos casos esto se hace por vía rectal (en el recto del niño) o intranasal (dentro de las fosas nasales). Si el niño se encuentra hospitalizado, el medicamento puede inyectarse o administrarse por vía intravenosa (IV).
Es importante que su hijo tome los medicamentos respetando los horarios y las indicaciones del médico. El cuerpo de cada persona asimila un mismo medicamento de forma diferente, por lo que es posible que deban realizarse ajustes (de dosis y horarios) para lograr un buen control de las convulsiones. Evite interrumpir de golpe los medicamentos de su hijo para las convulsiones, ya que eso puede causar que aumente la cantidad o la gravedad de los ataques. Los medicamentos anticonvulsivos se deben reducir siguiendo las indicaciones del médico de su hijo.
Todos los medicamentos pueden tener efectos secundarios, aunque es probable que algunos niños no los experimenten. Hable con el médico acerca de los efectos secundarios de los medicamentos que toma su hijo.
Durante el tiempo que su hijo esté tomando los medicamentos, es posible que se realicen diferentes exámenes para supervisar su eficacia. Por ejemplo, los siguientes:
Examen de sangre. Generalmente, es necesario extraer sangre con frecuencia para comprobar los niveles de medicamento en el cuerpo. Basándose en esos niveles, el médico puede aumentar o reducir las dosis para alcanzar el nivel deseado. Este nivel se denomina nivel terapéutico que se logra cuando el medicamento alcanza su punto máximo de eficacia. También puede examinarse la sangre para vigilar los efectos de los medicamentos en los órganos del cuerpo.
Electroencefalograma (EEG). Procedimiento que registra la actividad eléctrica continua del cerebro mediante electrodos conectados al cuero cabelludo. Este examen se lleva a cabo para monitorizar la manera en que el medicamento resuelve los problemas eléctricos del cerebro.
Dieta cetogénica. Algunos niños que tienen problemas con los medicamentos o cuyas convulsiones no se están controlando bien, pueden tener que realizar una dieta especial llamada dieta cetogénica. Este tipo de dieta es baja en carbohidratos y alta grasas.
¿Qué es una dieta cetogénica?
La dieta cetogénica se ofrece a veces a aquellos niños que sufren convulsiones aun cuando toman los medicamentos indicados para controlarlas. Cuando los medicamentos no son eficaces, se debe considerar llevar adelante una dieta cetogénica. Nadie sabe exactamente cómo funciona esta dieta, pero en algunos niños las convulsiones desaparecen cuando la realizan. Sin embargo, se debe tener en cuenta que la dieta puede no ser efectiva para todas las personas.
¿En qué consiste la dieta?
La dieta cetogénica tiene un alto contenido graso (alrededor del 90 por ciento de las calorías provienen de la grasa). La proteína se administra en cantidades que ayudan a estimular el crecimiento. Se incluye una cantidad muy pequeña de carbohidratos en la dieta. Esta dieta alta en contenidos grasos y de bajo contenido de carbohidratos estimula la producción de cetonas por parte del cuerpo. El cuerpo produce las cetonas que se forman de la descomposición de las grasas. Son una fuente alternativa de energía que el cuerpo usa normalmente durante los momentos de ayuno (falta de alimento). El cerebro y el corazón funcionan normalmente usando las cetonas como fuente de energía. Cuando la salud es normal y la dieta también, el cuerpo generalmente no produce (o no necesita producir) cetoas. La presencia de cetonas es importante para el éxito de la dieta de su hijo. Esto significa que su hijo tiene que seguir la dieta estrictamente. Basta solo un refrigerio pequeño con un contenido alto de carbohidratos para destruir la cetosis.
Alimentos con alto contenido graso:
Mantequilla
Nata
Aceite
Mayonesa
Queso crema
Tocino
Queso
Alimentos con alto contenido de carbohidratos:
Frutas y jugo de frutas
Panes y cereales
Vegetales (maíz, chícharos y papas)
Frijoles
Leche
Refrescos
Bocadillos (papas fritas, pastelillos, galletas saladas)
Dulces
El médico determinará si esta dieta es apropiada para su hijo. Cuando se comienza una dieta cetogénica, su hijo debe ingresar al hospital. Mientras está en el hospital, pueden pasar entre cuatro y cinco días para iniciar la dieta y para que usted aprenda a planearla.
Durante la estadía en el hospital, su hijo no podrá comer por uno o dos días, hasta que se midan las cetonas en la orina. Una vez que se detecta la presencia de cetonas en la orina, se puede empezar con batidos especiales con alto contenido graso y bajo contenido de carbohidratos. A veces se los llama batidos cetónicos. Después de varios de estos batidos, su hijo comenzará a ingerir alimentos sólidos.
Usted también puede aprender a examinar la orina de su hijo para detectar cetonas. El dietista le ayudará a determinar cuánta grasa, proteínas y carbohidratos puede consumir su hijo, cantidades que normalmente se dividen en tres comidas diarias. Preparar una dieta cetogénica puede ser un desafío, ya que además se necesita pesar todos los alimentos en una balanza. Dado que la dieta cetogénica no es una dieta equilibrada nutricionalmente, es necesario agregar suplementos vitamínicos y minerales.
Algunos medicamentos y otros productos como las pastas dentales y los enjuagues bucales contienen carbohidratos. Es importante evitar estos productos cuando su hijo lleva adelante una dieta cetogénica. Es posible que su hijo no produzca cetonas en la orina si se incluyen demasiados carbohidratos en la dieta. El médico y el dietista de su hijo pueden darle una lista de medicamentos y productos que no contienen carbohidratos.
¿Cuánto tiempo debe utilizarse la dieta?
Los niños normalmente utilizan esta dieta durante aproximadamente dos años. Luego la dieta se modifica gradualmente hasta convertirla en una dieta común. Sin embargo, es posible que algunos niños mantengn esta dieta por muchos años.
Ejemplo de comida cetogénica
Ejemplo de batido cetogénico
60 g de nata
500 g de fórmula sin carbohidratos Ross (concentrada)
21 g de fresas
270 g de nata
53 g de huevo
13 g de Egg Beaters®
10 g de queso cheddar
10 g de tocino
21 g de mantequilla
Opciones de tratamiento adicionales:
Estimulación del nervio vago (VNS, por sus siglas en inglés). Algunos niños, cuyas convulsiones son difíciles de controlar con los medicamentos anticonvulsivos, pueden beneficiarse de un procedimiento llamado estimulación del nervio vago. La estimulación del nervio vago se utiliza en la actualidad y más frecuentemente en niños mayores de 12 años de edad que sufren convulsiones parciales que no pueden controlarse mediante otros métodos.El procedimiento consiste en intentar controlar las convulsiones enviando pequeños impulsos de energía al cerebro a través del nervio vago, un nervio grande que se encuentra en el cuello. Esto se lleva a cabo mediante la colocación quirúrgica de un generador electrónico de pulsos con una pequeña batería en el pecho. Luego, se conectan a la batería pequeños cables que se insertan debajo de la piel y alrededor del nervio vago. La batería se programa para enviar impulsos de energía al cerebro cada pocos minutos. Cuando el niño siente que va a tener una convulsión, puede activar los impulsos al presionar un pequeño imán contra el dispositivo. En muchos casos, esto ayuda a detener las convulsiones.Pueden existir ciertos efectos secundarios cuando se utiliza este procedimiento. Entre otros, se incluyen los siguientes:
Voz ronca
Dolor o malestar en la garganta
Cambio en la voz
Cirugía. Otra opción de tratamiento para las convulsiones es realizar una cirugía de cerebro para quitar o desconectar la parte afectada del cerebro que genera las convulsiones. Puede considerarse para un niño que:
Tiene convulsiones que no pueden controlarse con medicamentos
Tiene convulsiones que comienzan siempre en una zona determinada del cerebro
Tiene convulsiones en una parte del cerebro que se puede extraer sin alterar funciones importantes como el habla, la memoria o la visión
Las cirugías para la epilepsia y las convulsiones son procedimientos muy complicados que los lleva a cabo un equipo quirúrgico especializado. La operación se realiza para extraer la parte del cerebro donde se producen las convulsiones o, a veces, para evitar que las corrientes eléctricas inadecuadas se extiendan por el cerebro.
El niño puede estar despierto durante la cirugía. El cerebro en sí no siente dolor. Si el niño está despierto, es capaz de cumplir órdenes, y esto resulta fundamental para que los cirujanos se aseguren de no dañar zonas importantes del cerebro.
La cirugía no es una opción para todos los pacientes con convulsiones. Hable con el médico de su hijo para obtener más información.
Más información acerca del niño con convulsiones o epilepsia
Asegúrese de que usted y su hijo (si tiene la edad apropiada) comprendan el tipo de convulsiones que padece y la clase de medicamento o medicamentos que necesita.
Conozca las dosis, los horarios y los efectos secundarios de todos los medicamentos.
Consulte con el médico de su hijo antes de administrarle otros medicamentos. Los medicamentos para controlar las convulsiones pueden interactuar con otros y eso podría disminuir su eficacia y/o causar efectos secundarios.
Las mujeres jóvenes en edad fértil que toman medicamentos para las convulsiones deben saber que estos medicamentos pueden dañar al feto y disminuir la eficacia de los anticonceptivos orales.
Busque información en su estado o localidad acerca de la existencia de leyes que regulen la posibilidad que tienen las personas con epilepsia o convulsiones de conducir vehículos.
Si su hijo tiene un buen control de las convulsiones, las restricciones a las que deberá someterse serán mínimas. Siempre debe utilizar un casco al practicar deportes (como el patinaje en línea, el hockey y las patinetas) o al montar en bicicleta. Además, debe asegurarse de contar con la supervisión de un amigo o un adulto cuando practique natación.
El seguimiento la evaluación específicos serán determinados por el médico de su hijo. Hable con su proveedor sobre todos los temas de seguridad.
Es posible que el niño no necesite medicamentos anticonvulsivos en toda su vida. Algunos niños pueden dejar de tomar sus medicamentos si no tienen convulsiones durante uno o dos años. Esto lo determinará el médico de su hijo.